¿Cuál es el origen del flamenco? Interesante pregunta que intentaremos responder. El flamenco, arte global reconocido como Patrimonio de la Humanidad por UNESCO, es una de las realidades artísticas más mestizas del mundo, siendo desde sus orígenes formado por la intersección de expresiones culturales existentes previamente, con elementos previos tanto en el folclore de diferentes regiones de toda España, como en músicas y danzas de otros lugares del mundo.
El territorio donde más se desarrolló el flamenco en sus inicios es, principalmente, la mitad sur de España, en provincias como Cádiz, Sevilla, Huelva, Granada, Badajoz, Murcia, Jaén, Almería y Córdoba.
Con poco más de dos siglos de historia como expresión artística, hay que avanzar hasta el año 1867, concretamente el 6 de junio, para encontrar la primera referencia escrita de la palabra flamenco asociándose a algún tipo de interpretación de música y/o danza, hecho investigado por Faustino Núñez. Fue en el número 247 de El Espectador, haciendo referencia a una actuación de Lázaro Quintana, denominándole «cantante flamenco», y haciendo referencia a que interpretó «canciones flamencas» acompañado de «el baile y el canto» de Dolores La Gitanilla. Hasta ese momento del tiempo, cuando empieza a utilizarse la palabra flamenco para lo que desde entonces se conoce como flamenco, al público del flamenco se le denominaba aficionados al jaleo.
Viajemos ahora un siglo hacia atrás desde aquel 1867 que empieza a denominarse como flamenco al flamenco. Situémonos en mediados del siglo dieciocho, para comprender qué ingredientes previos fueron evolucionando, hasta ir formando lo que posteriormente terminaría denominándose flamenco. Ahí nos encontramos los conceptos que llevarían hacia el flamenco, como las seguidillas (no confundir con el posterior cante flamenco denominado seguiriya), las jotas del folclore popular, los zorongos, o los antiguos fandangos, que en el siglo dieciocho eran un asunto diferente a lo que posteriormente se denominaría fandango como cante flamenco.
Es en aquellos momentos, mediados del siglo dieciocho, cuando empieza de manera clara a desarrollarse lo que, a partir de un siglo después, se denominaría como flamenco.
Volvamos a mediados del siglo diecinueve, cuando como hemos visto, empieza a utilizarse la palabra flamenco para una expresión artística. Es por entonces cuando, en paralelo, empieza a formarse el cante por soleá, en ocasiones llamada como madre del cante, pero en realidad siendo la hija perfecta del flamenco, siendo necesarias varias décadas desde los fandangos bailables para guitarra en modo menor, de mediados del siglo dieciocho, ir evolucionando hacia la creación de la caña. Mientras, cruzándose con los polos y las jotas se llegaba a los jaleos que, con el tiempo, fueron esenciales para la invención de la soleá, con estructura rítmica compartida con las cantiñas que por entonces empezaron a formarse, para ir acercándose a la invención de las bulerías a finales del siglo diecinueve. Grosso modo, esa es una de las varias historias paralelas del desarrollo de una de las sagas de los estilos flamencos, los orígenes de las cantiñas, las bulerías y la soleá, con todos sus antecedentes.
Vamos otra vez hacia atrás, nos trasladamos ahora al último tercio del siglo dieciocho. Aquel fandango para ser bailado, interpretado con guitarra y modo menor, empieza a tener una versión en modo mayor, y con más protagonismo del cante. Eran también los tiempos de los verdiales de Málaga.
A partir de los verdiales, y los fandangos antiguos evolucionando para interpretarse cada vez más a través de la voz que del baile, comienza una saga de conceptos flamencos muy interesante. Ahí se formó la «masa madre» para que, a lo largo del siglo diecinueve, fueran formándose, y a su vez con interesantes relaciones entre los conceptos de cante de esta saga «fandanguera», lo que posteriormente se conocerían como cantes por malagueña, los fandangos de Granada que luego Chacón transformaría en granaínas a comienzos del siglo veinte, y todo ese gran mundo de cantes que son los fandangos, con su extensa variedad de estilos locales y personales, principalmente en la provincia de Huelva.
En esta saga también sucedieron hechos muy interesantes muy vinculados geográficamente con la zona más oriental de Andalucía y la región de Murcia. Algunos fandangos fueron evolucionando, principalmente durante la segunda mitad del siglo diecinueve, hacia todo lo que suele denominarse como cantes de levante, como la taranta, la minera o la cartagenera, entre otros.
A su vez, avanzando más en el tiempo, la taranta tuvo un derivado que empezó a interpretarse dando relevancia a marcar el compás, surgiendo el taranto, que en cierto modo, el taranto es como si, en cierto modo, se hace un tiento con armonía y estructura de taranta. Y con esto tendríamos, otra vez grosso modo, de manera muy esquemática y de vistazo rápido, la historia de otra saga de estilos flamencos, la saga de los fandangos, sus antecedentes, y sus derivados ¿Vamos a por la siguiente? Continuamos…
Volvamos a mediados del siglo diecinueve, los tiempos en los que, según hemos visto en los anteriores párrafos, estaba el asunto por empezar a usarse la palabra flamenco para algo musical. Recordemos que en esos tiempos, el asunto iba porque, desde un siglo antes, y grosso modo, desde el antiguo fandango instrumental en modo menor, y con la ayuda de asuntos como las jotas del folclore popular, se había ido formando la saga que llevó a los jaleos, y a partir de ahí empezaron a surgir las cantiñas, la soleá y posteriormente las bulerías, y en paralelo, desde el fandango más orientado al cante y en modo mayor, junto a los malagueños verdiales, teníamos que, más o menos, de mediados del siglo dieciocho a mediados del diecinueve, fue desarrollándose la saga de los fandangos locales y personales, principalmente por la provincia de Huelva, el mundo de las malagueñas, las tarantas, su hijo el taranto, los interesantes cantes de levante…
Nos situamos de nuevo en mediados del siglo diecinueve, y principalmente en una ciudad concreta de Andalucía, en Cádiz sucedían cosas. Imaginemos a los americanos llegando a ese muelle frente a San Juan de Dios, encontrándose a su vez con los negros que hacían sus percusiones con ritmos africanos en cajas de madera, pero es que detrás de San Juan de Dios, por lo cual muy cerca del muelle, está el barrio de Santa María, el barrio más gitano de Cádiz. A su vez, hay que pensar en el Guadalquivir como río navegable, y que del muelle de Cádiz a los muelles de Sevilla se tarda poco.
Empiezan a suceder los tangos y los tanguillos, y desde ahí avanzando de mediados del siglo diecinueve al primer cuarto del siglo veinte, los tientos reduciendo el tempo del compás de los tangos, el garrotín, la farruca ¡Y a bailar rumbas! Esas rumbas que tanto tienen también de América, esas rumbas que terminarían teniendo concepto muy propio en lugares como Francia, o Barcelona con ventilador. Que luego, además, hubo cantaores como Pepe Marchena que, entre el asunto cubano del que sucedió la guajira, los tangos, alguna influencia como el corrido mexicano y el zortziko vasco como demuestra Rocío Márquez en El Niño… Entonces, en 1931, Pepe Marchena se inventó el cante por colombianas. Ya parece que, con la familia de los tangos, con sus antecedentes y sus derivados, hemos contado todas las sagas ¡Pero no! Queda algo muy importante… ¡Nos hemos quedado para el final asuntos tan relevantes como la seguiriya!
La seguiriya, un asunto tan relevante para el flamenco, entre estas «sagas» evolutivas de cantes que estamos viendo, es quizás la que tiene un origen menos claro. Volvamos a mediados del siglo dieciocho, por aquellos tiempos de los fandangos para baile en modo menor que vimos antes. Eran tiempos de la seguidilla bolera, que aunque musicalmente no se parece a la posterior seguiriya del flamenco, en ocasiones la métrica literaria de sus versos coincide con los posteriores cantes por seguiriya.
Existen teorías que enlazan musicalmente el cante por playeras, de finales del siglo dieciocho y comienzos del diecinueve, con lo que posteriormente terminaría siendo la seguiriya. La denominación de playera vendría de plañidera, ya que era un cante que hacían las plañideras en los velatorios. En paralelo, hay que tener en cuenta a la serrana, y la pregunta aún no resuelta sobre quién aportó más a quién, la serrana a la seguiriya «actual», o la seguiriya «actual» a la evolución de la serrana.
Lo que sí parece más claro es que lo que actualmente se conoce en concepto como cante por serrana lo terminó de determinar Silverio, en la segunda mitad del siglo diecinueve, un tiempo en el que, a su vez, se iban multiplicando los estilos de seguiriya. En Cádiz tendían a ligarse los tercios, siguiendo una costumbre típica gaditana para todos los cantes, tender hacia tercios cortos y muy ligados, mientras que en los pueblos de la bahía gaditana, con la seguiriya sucedía lo contrario que en la ciudad de Cádiz, tendencia a alargar los tercios de la seguiriya. Jerez es también ciudad de primer orden de relevancia para la seguiriya, con estilos tan importantes como los de Manuel Torre, Lacherna, Molina, Paco La Luz, Frijones, Loco Mateo… Y Triana, con su concepto seguiriyero de hacer pocas respiraciones y la elegante fluidez de la línea melódica ligando tercios, teniendo como principales pioneros a Cagancho y Frasco El Colorao.
A mediados del siglo diecinueve, también se desarrollaban las cabales, que grosso modo son como las seguiriyas, pero en modo mayor, o dicho de manera más coloquial, tocando por arriba al acompañar con guitarra. Frecuentemente, al cantar por seguiriyas, se cierra con una cabal.
Ahora que ya hemos visto, grosso modo, cómo surgió cada familia de estilos flamencos, quedarían muchas preguntas por resolver ¿Cómo se llega al formato de espectáculo basado en un cantaor sentado en una silla de enea con un guitarrista a su izquierda? Antonio Chacón, con su guitarrista habitual Ramón Montoya, fueron quienes impusieron ese formato, más sobrio que el que en aquel momento, finales del siglo diecinueve y comienzos del siglo veinte, era habitual en los cafés cantantes de ciudades como Madrid y Sevilla, donde el cantaor solía cantar mientras andaba por el escenario.
Fue también en los tiempos de Antonio Chacón cuando, por el avance de las tecnologías, comenzó a ser posible la grabación fonográfica. Al ser Antonio Chacón el cantaor más popular de aquellos tiempos, tanto que además de cantar también se rentabilizaba siendo imagen publicitaria de marcas comerciales, fue quien con mayor éxito pudo acceder a una interesante novedad del momento: poder grabar los cantes flamencos.
Ya rozando el siglo veinte, entre 1895 y 1899 empezaron a ser posibles las grabaciones, primero en cilindros de cera y después en discos de pizarra. De esa manera podían empezar a grabarse cantes flamencos que los cantaores anteriores a aquel momento no pudieron grabar, al no existir esa posibilidad tecnológica. Hay interesantes pioneros en las primeras grabaciones de flamenco, como El Mochuelo con sus experimentos, o aquellos cantes de Niño de Cabra y El Canario Chico que se editaron en Alemania. Pero con el tiempo, pasada una década, fue Antonio Chacón quien más influyó y rentabilizó entre los cantaores pioneros que pudieron grabar cantes, en los primeros tiempos de poder reflejar los sonidos del flamenco para la posteridad.
Brevemente, y grosso modo, de manera muy resumida, ahí tenemos las historias paralelas de cómo nacieron las principales familias de estilos flamencos, y cómo todo aquello que se creó entre mediados del siglo dieciocho y finales del siglo diecinueve, terminó derivando en el momento histórico donde más se decidió cómo sería el flamenco durante el siglo veinte que entonces comenzaba.
Para continuar conociendo con mayor exactitud y amplitud cómo comenzó a inventarse y desarrollarse el flamenco, hay obras muy interesantes de investigadores como Faustino Núñez o Gamboa, además de quien es referencia de primer orden para todo investigador flamenco: un señor llamado José Blas Vega, que en paralelo a tener una librería en la calle Prado de Madrid, durante su vida publicó decenas de libros sobre la historia del flamenco.
En posteriores artículos, desarrollaremos cómo evolucionó el flamenco desde aquellos tiempos de Chacón, comienzos del siglo veinte, hasta los tiempos actuales de artistas flamencos que, ya entrados en este siglo veintiuno, están triunfando en el mundo, como Sara Baras, Rosalía y Miguel Poveda, pasando por las corrientes y etapas protagonizadas durante el siglo veinte por intérpretes como Niña de los Peines, Pepe Marchena, Antonio Mairena, Camarón, Paco de Lucía, Enrique Morente y muchos más exponentes de gran interés, en paralelo al desarrollo del concepto de tablao flamenco moderno, a partir de la apertura en mayo de 1956 de Corral de la Morería.
Una curiosidad antes de terminar ¿Sabías que Rosalía triunfa actualmente por el mundo cantando los tangos que La Repompa presentó en los años cincuenta en Corral de la Morería? Seguiremos desarrollando el pasado, presente y futuro del flamenco ¡Acompáñanos! 🙂