Unas declaraciones de Miguel Marín, director del festival flamenco de Londres y el de Nueva York, valen como punto de partida: «En la Gran Manzana cada teatro tiene unas líneas de programación concretas y un público específico que busca determinadas propuestas en cada espacio. El flamenco, de rico que es, tiene cabida en todos los teatros de Nueva York».
Entre lo más tradicional y la vanguardista, por tanto, encontramos una nómina de bailaores y bailaoras en escena en continuo desarrollo y con presencia en todo el mundo. ¿Los conoces?
Algunos, en los últimos años, dieron un golpe en la mesa. Patricia Guerrero, una bailaora y coreógrafa precoz que anda con su propia compañía, con varios Giraldillos en la Bienal de Sevilla y un Premio Nacional de Danza en su poder a sus poco más de 30 años, es una de las que ha ganado mayor notoriedad en las principales citas a lo largo del último lustro. Algo similar a lo que sucede con Alfonso Losa, de Madrid, quien con su montaje ‘Flamenco. Espacio creativo’, dirigido por Estévez & Paños, se hizo con el premio al mejor espectáculo en el Festival de Jerez, gran escaparate de la danza.
En el baile masculino conviven estandartes que andan siempre en busca de una pose faraónica, como Farruquito y José Maya, con vanguardistas que han encontrado lo jondo con lo contemporáneo: Andrés Marín, con más presencia en Francia que su propio país, e Israel Galván, un icono
Asiduos al Corral de la Morería vemos a tres de los bailaores que más titulares han obtenido en los últimos años. Manuel Liñán, con obras como la disruptiva ‘¡Viva!’ y ‘Pie de hierro’, consiguió poner en alza el mantón y la bata de cola entre los hombres, sacando a la palestra cuestiones de género a través de las propias artes escénicas. Lo hizo con elementos concretos, como el vestuario. Eduardo Guerrero y Antonio Najarro son otros de los dos grandes reclamos de este espacio. Y El Yiyo, joven promesa de energía racial.
La mujer en el baile actual
Los que comenzaron a triunfar entre los 90 y los dos mil, además, no se han ido. Así, en el baile femenino, hemos de destacar a Sara Baras, María Pagés, última Premio Princesa de Asturias, y Eva La Yerbabuena, quizá la más influyente de todas en las generaciones sucesivas. En Estados Unidos, Japón, Australia y Europa, montajes como ‘Sueños’, ‘Utopía’ y ‘El huso de la memoria’, por citar tres de cada una de ellas, lograron éxitos mayúsculos en los teatros más destacados.
Los premios nacionales de danza, los Max y las medallas al Mérito de las Bellas Artes, además de otros galardones internacionales, son distinciones que comparten. Méritos que han sido definitivos en la percepción del flamenco (y de la danza, en concreto) en la opinión pública.
Más joven, aunque con una trayectoria imparable, debemos citar a Rocío Molina, creadora que en cada uno de sus proyectos redirige su propio horizonte. También Olga Pericet, María Moreno, de un corte más tradicional, Ana Morales, La Lupi, Pastora Galván, La Piñona, Rafaela Carrasco y Leonor Leal, entre otras. Una generación, en definitiva, heredera de artistas legendarias que ahora toman las riendas de los teatros, festivales y tablaos.
Por supuesto, la gran Manuela Carrasco sigue en activo, como Milagros Mengíbar o Merche Esmeralda, de forma esporádica, mientras figuras como Isabel Bayón se aferran con honestidad a ese escenario que le pertenece. Hay un pasado que aún no se ha marchado, que tiene más que ofrecer.
El hombre en el baile actual
En el baile masculino conviven estandartes que andan siempre en busca de una pose faraónica, como Farruquito, su hermano El Farru y José Maya, baile de compás y pies, con vanguardistas que han encontrado lo jondo con lo contemporáneo: Andrés Marín, con más presencia en Francia que su propio país, e Israel Galván: Premio Nacional de Danza en España y Reino Unido. El icono, en el fondo, de la vanguardia, considerado de forma unánime por la crítica especializada como un verdadero genio.
La gracia y jerezanía de Joaquín Grilo y la de Antonio El Pipa, con décadas y décadas sumadas bajo los focos, la maestría de Antonio Canales y la de Javier Barón, la raíz estilizada de Rafael Campallo, la fuerza del Choro, con más proyección futura de la que goza hoy, Jesús Carmona, Marco Flores, David Coria y Rubén Olmo, Director del Ballet Nacional de España desde 2019, merecen una mención extraordinaria. Estén atentos a Alberto Sellés, Paula Comitre y al Yiyo, como decíamos. A tantos y tantos que ahora son desconocidos para el gran público, pero que a punto están del estrellato. El flamenco es un arte rico y vital.